jueves, 12 de junio de 2008

Perdido entre las sombras de la noche

Perdido entre las sombras de la noche

vagando en una búsqueda soñada,

por encontrar de nuevo aquel tu escote

por el que un seno blanquecino se escapaba,

y un rosado pezón, endurecido

al contacto de mis dedos se excitaba

ofreciendo a mis labios aquel néctar

que alimentaba el amor que a ti te daba.

Perdido entre las sombra de la noche

sin olvidar el camino y la posada,

andante de mil sueños y aventuras

hallarte es volver a la locura

de desear sentir con ansia loca

tus labios en mi sexo y en mi boca

de tu monte de venus, las esencias,

el buscar entre valles y cañadas

en los pliegues de tu piel anacarada

recovecos de magia inesperada

con un seis y un nueve, bien amada

que nos lleve de nuevo con tu orgasmo

al eterno dilema ¿todo o nada?.

Perdido entre las sombras de la noche

vagando entre recuerdos de pasiones

de momentos vividos, las canciones,

aquel roce imprevisto, tu mirada,

tu cuerpo entre mis brazos y mi cuerpo

rendido a tu pasión de enamorada,

las noches se hace largas y de día

intento refugiado en mi poesia

poder amar y dar sin que haya espera

lo mejor que de mi, coger quisieras.

Perdido entre las sombras de la noche

vagando en esa búsqueda soñada

nos pasaran los días y las noches,

transcurrirán sin vernos las semanas,

los meses pasaran sin ofrecernos

el uno al otro, caricias recordadas

apenas un adiós, si nos cruzamos,

o un tal vez ¡un beso! en una carta.

Perdido entre las sombras de la noche

vagando entre neuronas ya cansadas,

yo seguiré soñando mientras pueda

con el contorno de tu cuerpo esbelto,

con el recuerdo de tu mejor beso,

con el calor que irradia tu mirada,

con los rosados pezones siempre erguidos,

con una larga noche en que abrazados

nos dejaron bailar los dos pegados

y soñar que el mundo eramos tu y yo,

el murmullo del mar, la luna clara

tus senos apretándose a mi tórax

nuestras piernas rozándose en la nada.

un vaiven de caderas, un suspiro

y mi mano acariciándote la espalda

y en tu oreja, un murmullo y un ¡te quiero!

un estallido de magia inusitada

que marcó para siempre en el recuerdo

aquella melodía encadenada

de boleros, de música encantada

que nos hizo vivir por una noche

el saber de que amar, es dar por nada.

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