Perdido entre las sombras de la noche
vagando en una búsqueda soñada,
por encontrar de nuevo aquel tu escote
por el que un seno blanquecino se escapaba,
y un rosado pezón, endurecido
al contacto de mis dedos se excitaba
ofreciendo a mis labios aquel néctar
que alimentaba el amor que a ti te daba.
Perdido entre las sombra de la noche
sin olvidar el camino y la posada,
andante de mil sueños y aventuras
hallarte es volver a la locura
de desear sentir con ansia loca
tus labios en mi sexo y en mi boca
de tu monte de venus, las esencias,
el buscar entre valles y cañadas
en los pliegues de tu piel anacarada
recovecos de magia inesperada
con un seis y un nueve, bien amada
que nos lleve de nuevo con tu orgasmo
al eterno dilema ¿todo o nada?.
Perdido entre las sombras de la noche
vagando entre recuerdos de pasiones
de momentos vividos, las canciones,
aquel roce imprevisto, tu mirada,
tu cuerpo entre mis brazos y mi cuerpo
rendido a tu pasión de enamorada,
las noches se hace largas y de día
intento refugiado en mi poesia
poder amar y dar sin que haya espera
lo mejor que de mi, coger quisieras.
Perdido entre las sombras de la noche
vagando en esa búsqueda soñada
nos pasaran los días y las noches,
transcurrirán sin vernos las semanas,
los meses pasaran sin ofrecernos
el uno al otro, caricias recordadas
apenas un adiós, si nos cruzamos,
o un tal vez ¡un beso! en una carta.
Perdido entre las sombras de la noche
vagando entre neuronas ya cansadas,
yo seguiré soñando mientras pueda
con el contorno de tu cuerpo esbelto,
con el recuerdo de tu mejor beso,
con el calor que irradia tu mirada,
con los rosados pezones siempre erguidos,
con una larga noche en que abrazados
nos dejaron bailar los dos pegados
y soñar que el mundo eramos tu y yo,
el murmullo del mar, la luna clara
tus senos apretándose a mi tórax
nuestras piernas rozándose en la nada.
un vaiven de caderas, un suspiro
y mi mano acariciándote la espalda
y en tu oreja, un murmullo y un ¡te quiero!
un estallido de magia inusitada
que marcó para siempre en el recuerdo
aquella melodía encadenada
de boleros, de música encantada
que nos hizo vivir por una noche
el saber de que amar, es dar por nada.